Sólo una revolución basada en la liberación de los instintos, del amor libre,
sin posesividad ni prejuicios burgueses y cristianos, será realmente
revolucionaria. Debe ser la felicidad, a fin de cuentas, el epicentro
del “mundo nuevo”, aunque ello implique la destecnologización,
desmasificación, desurbanización y deconstrucción postmoderna del Homo
Economicus.
Herbet Marcuse
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