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martes, 25 de mayo de 2010

Feminismo, Telurismo y Satanismo [2]


LA NATURALEZA DEL TELURISMO
El telurismo es, sin duda, la característica más acusada y reiterativa en toda la “New Age”. La presencia de la mujer en este movimiento es masiva y no solo su presencia, sino la cantidad de temas que remiten a lo femenino, está hasta tal punto saturada que se diría que en el fondo de la Nueva Era lo que existe es una desvalorización de lo viril. La historia de las "religiones" podría resumirse en dos grandes líneas de espiritualidad, la que hace del Sol su arquetipo y la que tiene en la Luna su modelo. La primera desemboca en religiones olímpicas, masculinas, viriles y patriarcales; la segunda nos conduce a sistemas en los que lo telúrico, femenino, cambiante y matriarcal están en la base. Podríamos seguir nuestro recorrido por los dos tipos de "espiritualidad" pero esto nos llevaría más de quinientos folios. Vayamos directamente a la Nueva Era entendida como la era de la revalorización de lo femenino.

TELURISMO EN LA NEW AGE La incorporación masiva de la mujer a toda la temática de Nueva Era podía intuirse ya desde el último cuarto del siglo XIX. Fijémonos en la teosofía: la Blavatsky, su sucesora Anni Bessant, su financiadora, la duquesa de Pomar, sus disidentes Alice Ann Bailey que fundaría “Lucis Trust”, Dolores Aschroft-Nowicki que se haría cargo de la escuela “Servidores de la Luz”, Evelin Underhill, introducida en este ambiente a través de la Golden Dawn, Violet Mary Firth, más conocida como “Dion Fortune”, etc.; si hemos elegido estos nombres es por que todos tienen mucho que ver y han influido extraordinariamente en la formación de la “espiritualidad” de los “newagers” y “acuarianos”.

Y en cuanto a los movimientos nacidos específicamente en los últimos tiempos, la presencia femenina es tan masiva como influyente: desde Louise Hay y sus consejos para “sanar tu vida”, hasta Marilyn Ferguson o Shirley Mac Laine y sus best-sellers, pasando por Ida Rolf, fundadora del método Rolfing, Eileen Caddy y Dorothy MacLean cofundadoras de la Comunidad de Findhorn, Helen Schucman autora de un “Curso de Milagros”, texto canalizado por una “entidad desconocida”; o una Vicky Wall fundadora de una de las muchas terapias de la Nueva Era -la aurasomaterapia que utiliza tanto terapias del color, que une a la aplicación de estractos de hierbas y aceites- o Bridey Murphy, de verdadero nombre Virginia Tighe, que inició todo el movimiento de regresiones hipnóticas para conocer reencarnaciones anteriores; Lynn Andrews, réplica femenina de Carlos Castaneda, las tres discípulas y herederas de éste y las tres discípulas de éstas abocadas a impartir frenéticamente cursos de “tensigrity” y un largo, muy largo etcétera… A esto hay que añadir que la mayor parte de técnicas de la “New Age” que han sido teorizadas o creadas por varones encuentran en mujeres a sus mejores difusores. Pero además, más allá de estos datos necesariamente subjetivos y estadísticamente incompletos, es que la espiritualidad global de la Nueva Era es una espiritualidad fundamentalmente femenina.  

Es significativo el lugar que ocupan el chamanismo y en animismo entre las técnicas de la Nueva Era: en ambos casos se trata de extraer las fuerzas telúricas, directamente o a través del chamán, para utilizarlas en beneficio propio. Lo “solar” cuando aparece es solo una coreografía adicional, nunca constituye el elemento central de ninguna teoría de la Nueva Era. El porqué esto es así y no de otra manera tiene su explicación. La temática “new age” tiene su origen inmediato en la “contracultura” de los años 60; especialmente en su formulación californiana. Allí ya estaban presenten movimientos feministas, la mayoría de carácter exclusivamente socio-político; otros veían en las brujas un precedente de su movimiento.  

El día de Halloween de 1968 es el punto de partida de un sector radical del movimiento feminista norteamericano: sus siglas deliberadamente significaban “BRUJA”, esto es, WITCH, en inglés: Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell, Conspiración Internacional de Mujeres para el Infierno, nombre poco tranquilizador… su aspecto y acciones lo eran todavía menos. En la ceremonia de elección de Miss America de 1969 se despojaron en público de sus sujetadores y los quemaron despues de tirar todo tipo de objetos sobre el auditorio y las modelos. Expulsaban de su movimiento a aquellas mujeres que se depilaban las piernas o deseaban manifestar su feminidad cuidando su aspecto físico. No se declaraban colectivamente lesbianas, pero aceptaban que muchas de ellas lo eran; apenas disimulaban su hostilidad hacia el varón. Sus lemas eran: “Teatro, revolución, magia, terror, alegría, ajos, flores, alquimia”; aceptaban su condición de “brujas”: “Las brujas fueron las primeras mujeres liberadas. Si te atreves a mirar dentro de ti y reirte, eres libre y hermosa. Eres una bruja. La rebelión es signo de brujería”. Cuando remitió el impulso de la contracultura y de los movimientos socio-políticos adicionados, lo único que quedó fue esta componente telúrica, mágica y, evidentemente, brujeril. Esta orientación, fue adquiriendo, progresivamente, a lo largo de los años setenta una coherencia interior cada vez mayor en dos líneas: de un lado la componente chamánico-brujeril-animista, y de otro en lo que se ha dado en llamar “espiritualidad feminista” que une ecología, psicoanálisis, feminismo propiamente dicho y técnicas de autoayuda. Versión “heavy” y “soft” del mismo tema telúrico.

En el momento que los discípulos de Alice Ann Bailey se planteaban dotar a la “nueva religión mundial” de festividades, no se les ocurrió otra cosa que celebrar lo que llaman “Festivales Mayores, en relación con la Luna (…) que producirán un robustecimiento del espíritu de invocación”. Estas tres festividades son “El Festival de Pascua”, festival de Cristo Resucitado, el Festival de Wesak, festividad de Buda,  y el festival de la síntesis, el llamado de la Buena Voluntad Mundial, fijado en la Luna Llena de Junio. Las tres festividades forman parte de lo que los discípulos de la Bailey llaman “Acercamiento Espiritual de la Humanidad”, necesario para alcanzar el consenso en la marcha hacia la “nueva religión mundial”. Las otras festividades serán los Festivales Menores celebrados en cada una de las restantes lunas llenas. Si el culto lunar define a la espiritualidad femenina, lo que nos definen los discípulos de A.A.B. es su quintaesencia. En estas fiestas se medita. A.A.B. decía que “el trabajo de meditación es más eficaz cuando se hace en forma grupal durante la Luna Llena”, “estas reniones de Luna Llena contribuyen a preparar la conciencia humana para el acercamiento de la Jerarquía y la reaparición de Cristo”. Cada mes, la “Escuela Arcana”, una de las tres fundaciones creadas por A.A.B., se reune para la “meditación de la Luna Llena”, a la misma hora y en todo el mundo, reunidos por grupos y según un ritual definido por la propia A.A.B [Alice Ann Bailey]. En la práctica consiste en que el sujeto se sumerja en el grupo de meditadores y realicen una serie de ejercicios de visualización que les hará ver como entra la “luz” en cada uno de ellos, en el grupo, en la Escuela y en la Humanidad. Por Luz entienden un estado de vibración cósmica que emana de la naturaleza íntima de Dios y llega a los hombres cuando estos están dispuestos para recibirla. Recitan, así mismo, un poema creado por A.A.B., “La gran invocación”. Otro tanto hacen los miembros de los “Grupos de Meditación de Buena Voluntad Mundial”.

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