Entre el noreste de Uganda y el sur de Sudán, habitan tríbus muy belicosas, los bkarimoyón, turkana y toposa, todos ellos pastores seminómadas que se roban los ganados unos a otros, lo que se conoce como razzias. En tiempos pretéritos con lanzas y flechas y, más recientemente, desde la llegada del progreso técnico a África, con fusiles automáticos y lanzagranadas. Debido a esto, las incursiones para aumentar el número de cabezas de vacuno del propio rebaño a costa de esquilmar el del vecino se han convertido en batallas campales que dejan cientos de muertos sobre el terreno.
No es que los turkanas, toposas y karimoyones le tengan afición a las razzias de ganado porque sean unos glotones que ansíen hartarse de carne a todas horas, sino porque los hombres jóvenes, si quieren casarse, tienen que aportar un considerable número de vacas al matrimonio. Cuantas mas vacas posee uno con más mujeres se puede casar y esto interesa también a las mujeres solteras, más numerosas que los hombres, que no quieren quedarse solteras pero tampoco renuncian a disfrutar de un buen patrimonio. Así que la sociedad aprovecha la riada hormonal de los jóvenes orientándola hacia la violencia con el fin colectivo de adquirir más bienes y satisfacer a las mujeres.
Todo esto nos lo contaba una misionera soriana que lleva entre los karimoyones toda su vida. Al principio responsabilizaba de la violencia a los hombres, lo que indudablemente refleja la realidad. Posteriormente nos explicó las estrategias que había desarrollado para disminuir e incluso evitar la violencia tribal. La hermana, a diferencia de los ideólogos del feminismo, no intentaba actuar sobre los hombres, ni reprimiéndolos ni concienciándolos para que adoptaran los valores del feminismo. Para nuestra sorpresa, para que la violencia disminuyera, la hermana había decidido actuar sobre las mujeres. Según nos explicó, los hombres jóvenes no salen a realizar las razzias si previamente no reciben la bendición, la cual reciben de las mujeres. Por lo tanto la religiosa española lleva años intentando convencer a las jóvenes y a sus madres para que acepten entrar al matrimonio sin exigir cantidades exageradas de vacas, lo que en occidente sería el equivalente a firmar una hipoteca bancaria.
La sinceridad de la hermana nos dejó claro que la violencia masculina, en sus orígenes ancestrales antropológicos, al menos en estas tribus, está bendecida por el colectivo femenino, que es al final el que verdaderamente se beneficia de ella. No sabemos si esto es inamovible o si existe otra vía de canalizar los instintos antropológicos. Pero por lo que respecta a estas tríbus, bastaría que las mujeres dejaran de exigir a los hombres que luchen por su bienestar económico para que éstos abandonasen la violencia. No nos viene de nuevo. Se sabe que la codicia de las mujeres ha desatado miles de guerras a lo largo de la historia. En estas guerras los hombres mueren y las mujeres de los enemigos son violentadas, con el beneplácito de las mujeres de los vencedores, el único grupo que no sufre los horrores de la guerra. En las guerras, las mujeres pueden vencer o pueden perder, sin embargo los hombres siempre pierden. Pagan con su existencia aquello que ellas más anhelan, el bienestar.
Los publicistas y los expertos en marketing saben perfectamente como funciona la psique humana y la explotan en favor de los intereses de la industria y de la finanza. Las mujeres son en general mejores consumidores que los hombres. En consecuencia, conviene la extensión de los "valores femeninos" a todo el cuerpo social, feminización de los varones y puesta de largo mediática de los gays. Esto ha resultado, gracias al feminismo en la hipócrita criminalización de los varones. Domados, engañados, demonizados y vilipendiados. Con razón el país más belicoso del planeta es el paradigma de lo políticamente correcto y la patria fundacional del movimiento feminista. El ejército de los EEUU se encarga de que a las mujeres norteamericanas no les falte de nada.
Lo que nos cuentas de los bkarimoyón, turkana y toposa encaja perfectamente en lo que desde hace tiempo se sabe en antropología sobre la enorme violencia externa que caracteriza a las sociedades matrilocales (como puedes leer, por ejemplo en "Antropología Cultural" de Marvin Harris).
ResponderEliminarathini_glaucopis@hotmail.com
Interesantísimo comentario. No tenía ni idea y aunque pueda resultar simplista, mi primera reacción es pensar en la gran sabiduría encerraban las religiones que hoy se llaman "patriarcales" al evitarnos en esa permantente rapiña matrilocal, que es por cierto también hoy el estandarte de la sociedad más femeninista que vieron los tiempos, el estado marxista cultural de los EEUU.
ResponderEliminarGracias.
No hace falta irse a Uganda o al Sudán para encontrar mujeres que jalean a los varones para que se maten entre sí. ¿Qué es lo que hacía Dolores Ibárruri, (desde la retaguardia, claro) sino incitar a los hombres de su bando a matar a los hombres del bando contrario? Aunque, naturalmente que ella nunca cogió un fusil, y fue a primera línea de fuego. ¿Será eso lo que llaman "discriminación de la mujer"?
ResponderEliminarSandra
Sandra:
ResponderEliminarComentario genial. Te has ganado 10 puntos. Con cien puntos regalamos la medalla de la autenticidad, con el lema: Pan, pan. Vino, vino y si no te gusta te buscamos otro modela